El disertante Antonio Martín en su ponencia «El oficio de la corrección: el secreto de un arte» le dio la luz y la visibilidad a los correctores que, por lo general, intentan ocultar en cada trabajo que hacen.

De una manera original y, de cierta forma, humorística, comenzó su presentación definiendo a un corrector por todo lo que NO es o todos los preconceptos que se tienen de dicha carrera. Entre las características que no forman parte de la corrección nombró que «los correctores no son cazadores de erratas», «no es un trabajo divertidísimo» y, por supuesto, «no se hace por amor al arte». Es decir, se resalta la importancia de que es un trabajo remunerado y que no es una actividad que uno hace «de favor», sino que conlleva toda una preparación y capacitación como cualquier otra profesión.

Además, derribó el preconcepto de que los correctores se encargan de «poner los textos bonitos». Su trabajo no es la estética del texto ni la corrección siguiendo criterios subjetivos. No se corrigen cuestiones de estilística, pero sí se corrige o se adapta un texto a las normas de estilo, que es diferente.

Algo muy cierto de su discurso es que nadie quiere un corrector o alguien que lo corrija, por ese motivo él propone ofrecer sus servicios lingüísticos como «asesor lingüístico». Hoy en día, todo gira alrededor de la imagen que uno proyecta y que uno quiere vender, y se invierte mucho dinero para realzar, cuidar y vender dicha imagen. Así como muchas empresas invierten dinero en cuidar su imagen (Marketing), según Martín también es importante hacerles saber que la imagen escrita se debe cuidar tanto como la visual. Y, así como contratan profesionales para cuidar su imagen visual, deben contratar profesionales para cuidar su imagen escrita. Para ello, es necesario un ASESOR LINGÜÍSTICO. Una buena forma de ofrecer este tipo de servicios es demostrarle a los posibles clientes que llevará mucho menos tiempo y dinero, y será más productivo, contratar a alguien profesional desde un principio, en lugar de contratar a alguien no profesional en el área que, probablemente, dejará errores, tardará mucho más tiempo y, seguramente, pondrá en riesgo su imagen.

A pesar de que los traductores no somos correctores ni tenemos la formación en corrección, sí lo somos en potencia y, si nos capacitamos y logramos obtener la metodología y la especialización necesaria, podemos encontrar una veta más a nuestra carrera que, como sabemos, tiene muchas aristas. Creo que es importante buscar nuestro propio camino dentro de una profesión tan amplia y, luego de esta ponencia, creo que Antonio Martín logró impulsarnos a muchas de las personas presentes a buscar nuestro camino, a especializarnos y buscar ese trabajo que no solo nos dará un sueldo a fin de mes, sino que también nos dará ganas de hacerlo día a día y estar felices de haber elegido esta carrera.

Josefina Shapoff

Lingüista inglés > español

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